Era el año 2012, hacia mi mayor esfuerzo por terminar la universidad, y así tener tiempo para conseguir un empleo mejor. En aquella época me sentía en una monotonía frustrante, y estaba atravesando una fuerte crisis de ansiedad: estaba aburrida y sentía mi vida estancada; sentía que no tenía la oportunidad, el dinero y el tiempo para tener un estilo de vida más emocionante.

Fue entonces como un día, al buscar una playlist que me permitiera estar diseñando hasta las 3 de la mañana, vi un tráiler de una película española: Room in Rome de Julio Medem. Estaba guardada en mi historial de YouTube, ya que un amigo en Facebook había realizado una muy buena reseña de la película, que en mi opinión estuvo demás, la película es más un porno light para hombres y el argumento es muy aburrido.  El tema está, que en los 20 minutos que desperdicie tratando de entender el sentido de la película, me cautivó más bien su banda sonora. Después de ver el tráiler busque los datos de la película, suelo hacerlo muy a menudo; googlear la crítica de la película luego de verla, y descubrí esa canción que en el Soundtrack de los primeros minutos logró afinar un poco mi oído.

Se trataba de Loving Strangers,  que está en el álbum de la misma película, es una canción de Russian Red, una chica española que compone y canta, o cantaba, líricas hermosas en inglés y español. Escuché toda su música esa noche, y descubrí esa extraña sensación de regocijo que sentimos cuando nos ganamos un premio o recibimos un regalo, en este caso descubrir música nueva. Esa misma semana le insistí a mi muy amigo ‘‘y’’  a que me consiguiera todo el álbum de Fuerteventura, y al día siguiente estaba en la playlist de mi ordenador y en mi teléfono móvil.

Lo peculiar de toda esta historia fue que utilicé  este tipo de música como una especie de terapia, en la que tener un gusto diferente y especial, por algo que nadie en mi entorno conocía me hacía sentir liberada. Cuando más cansada y frustrada me sentía escuchaba Fuerteventura y Tarantino y me sentía mucho mejor. Dicen que la música es un tipo de terapia para las mentes más inquietas, y de hecho genera un estado de satisfacción en el cerebro un poco similar al chocolate o a las drogas, tomando esto en cuenta tiene sentido que la musicoterapia sea usada en pacientes con autismo y alzheimer.

Desde entonces mi repertorio ha crecido y  4 años después  la música ha sido parte de mi vida, sobre todo la música independiente. En cada tocada de fondo trato de aferrarme a una playlist nueva y mientras esté el repertorio, no pienso en aquello que me afecta. Dada mi propia experiencia descubrir y escuchar música diferente no solo ayuda a mantener el buen ánimo en tiempos muy difíciles, estimula la creatividad y la curiosidad de hacer cosas nuevas y diferentes. Es para mí un medio para reinventarse constantemente y con suerte encontrar una comunidad que comparta tus extravagancias musicales.

A decir verdad he refinado y variado el gusto con los años, ya mi enciclopedia musical data de joyas de los 70’s y 80’s, al igual que mucha música independiente española, dominicana, y mexicana. En este momento estoy descubriendo Rock alternativo español y música portuguesa, esta última influenciada por un amigo que en viaje en carretera despertó mi curiosidad por este tipo de música y cultura.

La Millennial