Vivir como quieres o como se supone que debes, no es una opción
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¿Por qué permitimos a las personas decidir sobre que debemos hacer con nuestras vidas?
Todo comienza cuando eres niño, tus padres eligen tu nombre, la casa que vas a
tener, los hermanos con quien vas a vivir, el colegio al cual vas a estudiar,
las calificaciones que necesitas para ser bien aceptado, el corte de pelo que
debes llevar y muchas cosas se suman a la lista las primeras dos décadas de tu
vida. De repente tienes 18 años, y debes decidir qué vas a estudiar durante los
próximo 5, porque con eso conseguirás un trabajo, y serás un ente productivo de
la sociedad. Entonces te gradúas de esa importante carrera, consigues un empleo de
50 horas a la semana, sin contar las horas extra, para ahorrar lo suficiente para
el futuro, que aún no conoces.
A tus casi 30 decides casarte, con la persona que conociste
en un bar de medianoche en tus días de desahogo de la oficina, usas tus ahorros
para comprar una casa grande, donde puedas formar una familia y tener niños. Crías
tus hijos y trabajas hasta que te sale tu pensión, ya tus hijos tienen sus
familias o están terminando la universidad, tu pareja, si todavía la tienes, te
pide que vendan la casa y se vallan a vivir a una estancia de descaso y así
poder disfrutar la vida, aquella que desperdiciaste haciendo todo lo que estaba
destinado a que hicieras con ella.
Esta historia se repite siempre, unas quizás más largas o
emocionantes que otras, la veo en cada rostro que me cruzo en la calle cuando
salgo por la mañana. Solo veo caras tristes, cansadas, molestas, esperanzadas,
conformistas, malhumoradas, retrasadas. Cuando creen que tienen un respiro para
desligarse de sus responsabilidades, les indican a los demás como deben vivir
sus vidas, lo importante que es tener un plan, de no perder el tiempo en cosas
poco productivas, de hacer las cosas bien porque es lo correcto y con suerte tendrán
la dichosa vida que todos anhelan tener, y nadie sabe realmente cual es.
A mi corta edad me he dado cuenta que estos planes de vida
con los que fuimos educados hace dos décadas eran solo una fantasía. Hoy veo
mucha gente que vive deprimida, por no tener una carrera, un empleo importante,
o una casa grande donde albergar una familia. Personas jóvenes se ven obligadas a tomar antidepresivos, y otras drogas más para poder soportar este mundo tan exigente y engañoso,
donde esforzarse, como te dijeron en la escuela que hicieras, no tiene los mismos resultados en la sociedad
real. Somos una generación observada y Juzgada constantemente. Las personas solo
se preocupan por opinar y aconsejar por situaciones que nunca han vivido, caminos que nunca han tenido que recorrer. Quiero que cuando alguien decida
indicarme como debo de andar, que se tome primero la molestia, al menos, de recorrer
una parte del camino a mi lado.
He decidido que quiero vivir mi vida como yo quiera, sin el
odioso dogma de tienes que, o debes de. Aprender de mis propios errores, sin ser un acontecimiento de dominio público. Poder reírme cuando quiera, hablar, chistar,
gritar, llorar, amar, luchar, perder, y ganar. No quiero que me digan como lo
debo hacer, ni que me acepten o me rechacen por ello, quiero hacerlo por mí misma, y si caigo me
levanto con más fuerza.
Soy lo que quiero ser, no lo que la sociedad espera que
sea.
La Millennial
La Millennial
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